No es que nuestras cenas familiares fueran dignas de pasar a la posteridad, pero era Nochevieja y me pareció una buena idea estrenar la cámara de vídeo que le habían regalado a mi padre hacía unos meses.
Cuando veía a aquella gente descorchando cava a través de la pantalla de la tele, a Mónica le daba por pensar que se trataba de actores contratados para la ocasión. Nunca había conocido a nadie real a quien le tocara el Gordo de la lotería de Navidad.
Malena y su hijo Gabriel hojeaban juntos las páginas del catálogo de juguetes, en un ritual tan navideño como partir el turrón duro o colocar los adornos en el árbol.