No es que nuestras cenas familiares fueran dignas de pasar a la posteridad, pero era Nochevieja y me pareció una buena idea estrenar la cámara de vídeo que le habían regalado a mi padre hacía unos meses.
Yanis va a cumplir treinta y nueve, pero nadie en su sano juicio le echaría más de treinta, a juzgar por sus curvas y por esa forma tan encantadora que tiene de reír con la mirada.