A las 9:07, Candela atraviesa las puertas de la clínica con un nerviosismo exultante. En menos de una hora cruzará el umbral de nuevo pero con unos cuantos ovocitos menos que, si hay suerte, pasarán al congelador hasta que decida ser madre.
A pesar de que la Navidad aún se veía por el espejo retrovisor, Marta había conseguido cumplir el objetivo de peso que se fijó hacía un año, cuando decidió que ya no podía seguir a base de pizzas, cañas y Gin-tonics.
No es que nuestras cenas familiares fueran dignas de pasar a la posteridad, pero era Nochevieja y me pareció una buena idea estrenar la cámara de vídeo que le habían regalado a mi padre hacía unos meses.
Cuando veía a aquella gente descorchando cava a través de la pantalla de la tele, a Mónica le daba por pensar que se trataba de actores contratados para la ocasión. Nunca había conocido a nadie real a quien le tocara el Gordo de la lotería de Navidad.